Lloraba desconsaladamente, sin saber el motivo exacto, y me quede dormida sola en el sofá.
De repente abrí mis ojos y estabas ahí, secando mis lágrimas y jurando que siempre estarías a mi lado.
La mirada se me iluminó y nuestros labios se fundieron en un beso más cálido que apasionado. Nuestros cuerpos fueron uno y el universo se fundió en nuestras almas.
Juramos no volver a separarnos y hasta hoy lo hemos cumplido.
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